Odié tus colores cuando entraron por mis manos.
Odié tus rizos, tu sol, tu dulzor.
Odié la sangre y mis venas calientes
quemando el espacio en el que me encontraba.
Dañé tu recuerdo con el dolor de mis dedos
y avanzada la noche tejí redes con agua,
agua y profunda noche
en la mirada que no nos vió.
Odié tu nombre, escupí tu savia
¡Vomité en tus manos mis días!
Rasgué tus muslos buscando a Dios.
Ahogué mi vida.
Apagué las luces.
Te odié a morir.
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