Convencido y lejano hace trizas el reflejo de su adiós.
Primitivo, alucinado, miró a través de cristales desnudos
su propia sien entumecida.
Orbes de tierra plasmada en su lengua envenenada.
Amarrado sea Dios en el sofisma de su boca.
Tú, mortalmente sencillo y ordinario
cabeza baja contengo tu craneo pesado de culpa.
Planeo sin cesar por el cielo de tu historia -sola historia-
mirando la luna de sangre pasar por detrás.
Moriré tres veces más en luna llena,
pleno ritual de San Juan amarillo e inventado
lloraré sin tanta larga tu última espera
para cuando veas los cristales en la tumba de tu azul
de lotto.
Et verdatis ocultae
en tus ojos rotos.
Tanta verdad en los ojos verdad?
ResponderEliminarTienes muy buena pluma, hay imágenes re-potentes, muy personal, y sigo pensando, escribes con útero.
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